PROYECTO FAMILIAS
LECTORAS DE CÓRDOBA
Un año más,
este interesante proyecto de animación a la lectura que fomenta la Delegación
de Educación de Córdoba comienza su andadura.
El proyecto
Leer en Familia es una actividad sencilla cuyo objetivo es hacer de la lectura
una actividad cotidiana y familiar. La familia debe ser cómplice de los ratos
de lectura, de reír, de sentir, de emocionarse y extrañarse con los gestos de
sus hijos e hijas cuando leen.
La lectura
en familia es CORAZÓN, es PENSAMIENTO, es EDUCACIÓN y sobretodo, AMOR.
CUENTO PARA MI FAMILIA
Tiempo de sol, horas de luna
Violeta
Diéguez
Había una
vez un niño llamado Vicente. Era moreno, alegre y muy ágil. Lo que más le
gustaba era levantarse muy temprano, correr por el parque con su perro Tody y
comer chocolates con almendras.
Pero había
algo que le gustaba mucho más todavía. Para Vicente no había nada mejor en el
mundo que pasear con su papá y sentir que su mano fuerte tomaba la suya para
cruzar la calle. Entonces no necesitaba mirar ni a derecha ni a izquierda como
le habían enseñado; podía caminar confiadamente.
Entonces era
feliz.
Pero el papá
de Vicente era un hombre muy ocupado. Tenía tan poco tiempo libre que a veces
pasaban días sin que el niño pudiera verlo ni escuchar su voz. Algunas noches
trataba de quedarse despierto hasta tarde, luchando con el sueño que le cerraba
los ojos, para sentir los pasos cuando volviera y correr a abrazarlo. Pero
nunca lo lograba.
La mamá de
Vicente, aunque estaba casi todo el día en casa, tampoco tenía demasiado tiempo
para él. Siempre estaba trabajando.
–Mamá –le
decía Vicente–, léeme este cuento, ¿quieres?
–Ahora no
puedo. Tengo mucho que hacer.
–Entonces
voy a esperar a mi papá, para que él me lea.
–No, Vicente
–respondía su mamá. Tu papá va a llegar tarde y cansado hoy día. No debes
molestarlo.
¿Por qué no
vas a jugar al jardín con Tody?
“No tengo
tiempo”. “No tengo tiempo”. Estas palabras daban vueltas y más vueltas en la
cabeza de
Vicente.
¿Por qué los grandes no tenían tiempo para nada?
Se puso a
pensar. “Debo hacer algo para que papá y mamá tengan horas y horas para jugar
conmigo.”
Él quería
que tuvieran tiempo para conversar y reír todos juntos, para pasear por el
jardín, para salir a caminar, para correr por las mañanas cuando el sol recién
se asoma en el cielo y el aire que se respira es fresco.
–¡Ya sé!
–exclamó de pronto Vicente. ¡Qué idea tan genial!
Él había
visto a mamá guardando mermelada en los frascos de conservas. Si mamá podía
guardar mermelada para los meses del invierno, él podría guardar tiempo en esos
mismos frascos para los días en que su papá y su mamá estaban tan ocupados.
Había visto
algunos frascos vacíos en la bodega. En ellos guardaría minutos, horas de sol y
horas de luna, lo juntaría todo pacientemente. Él sí tenía tiempo para sentarse
durante el día y al atardecer y así llenar de sol y de luna esos frascos.
Se sentía
feliz con su idea. Ahora todos podrían usar ese tiempo para estar juntos y ser
felices.
Vicente
logró llenar diez frascos de sol y diez de luna. Ahora podía invitar a su papá
a salir con él a correr en la mañana. Y así lo hizo en cuanto llegó de la
oficina.
–Lo
pasaremos muy bien y nos reiremos mucho –le aseguró.
–Hijo, lo
siento tanto, pero no tengo tiempo; más adelante, tal vez en las vacaciones.
¿Por qué no sales a correr con Tody? Con él te entretendrás mucho.
–Pero, papá,
yo quiero salir contigo y con mamá. Vengan, les tengo una sorpresa. Vengan,
vengan insistió.
Los llevó
hasta su dormitorio. Allí, sobre la cama estaban los veinte frascos.
Los padres,
asombrados, no entendían qué pasaba. Miraban a Vicente y miraban los frascos.
–Tomen estos
frascos. Son para ustedes. Están llenos de tiempo. Hay tiempo de sol y tiempo
de luna.
Es un montón
de horas para ustedes. Yo las guardé para regalárselas. Ahora podemos ir a correr.
– ¿Qué
dices, Vicente?
– ¿Qué hay
en mis frascos de mermelada?
– Tiempo,
mamá, tiempo; mucho tiempo para ti y para papá.
Papá y mamá
se miraron y comprendieron.
–Gracias,
Vicente –dijo papá. Has tenido una idea genial. Por supuesto que saldremos todos
juntos.
Ahora sí
tenemos tiempo, gracias a ti.
–Yo también
voy a salir –agregó mamá. Pero antes voy a guardar tu maravilloso regalo, tus
horas de sol y de luna, en un lugar muy especial.
Cuento publicado originalmente en Los dedales de oro y otros cuentos. Santiago, Editorial Andrés
Bello, 2006.
Para todas aquellas familias de palabras, de sentimiento,
de amor y de lectura que se comprometan a seguir trabajando con nosotros
deberán rellenar y entregar a su tutor o tutora el Compromiso Educativo de las
Familias con la Lectura que entregamos a vuestros hijos/as antes del viernes día 18 de noviembre.
Mediante este documento las familias se comprometen a
compartir cada día un poco de tiempo de lectura con sus hijos e hijas (entre 10
y 15 minutos mínimo, dependiendo de la edad). Se les entregará unos cupones
recortables donde deberán ir marcando los días que ha leído con su hijo/a. Al
finalizar el mes, los niños/as llevarán a su tutor o tutora el cupón recortado
que se pegará en la ficha de lectura de cada alumno. Esta actividad se llevará
a cabo desde el mes de noviembre hasta el mes de abril.
Dicen que las palabras se las lleva el viento, por eso,
cerraremos las ventanas y con un conjuro mágico, haremos que todas las palabras se queden a
vivir en casa.
De parte de vuestros hijos/as muchas gracias por vuestra
colaboración.
Coordinadora
del programa Familias Lectoras.
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