martes, 22 de febrero de 2022

SOBRE BIBLIOTECAS ESCOLARES (IDEAL)



SOBRE BIBLIOTECAS ESCOLARES (IDEAL) 

Abierto por lectura Manuel Molina/ 
"Llego reconfortado desde Almería, tierra de José Ángel Valente o Julio Alfredo Egea, donde perduran espectaculares tramos de playa en Cabo de Gata, aún sin conquistar por el cemento incesante en sus ansias de Monopoly. Nos ha llevado hasta allí un encuentro de bibliotecas escolares regional donde una centena de profesorado andaluz debate, aprende y comparte lo mejor que se lleva a cabo en las bibliotecas de cada provincia. Lejos quedó, por fortuna, el tétrico y oscuro lugar que se identificaba bajo el letrero de biblioteca en los institutos y colegios. 
En primaria recuerdo que era el lugar al que te enviaban como castigo y en secundaria, simplemente el espacio permanecía día tras día cerrado. Nos salvaron las bibliotecas públicas. Tras una apuesta decidida, aunque comenzó titubeante, los centros educativos andaluces se han convertido en un referente tanto nacional como internacional debido a la labor que desarrollan las bibliotecas escolares. Al comienzo de esta aventura mirábamos de reojo lo que se llevaba a cabo por colegas de Navarra, País Vasco, Galicia, Portugal o Chile. 
Sin embargo y tras mucho esfuerzo personal por parte de quienes fuera de su horario laboral han dedicado horas y horas para que la biblioteca escolar sea en muchos casos el eje de un centro educativo, alejada de un espacio físico donde se almacenan libros; ahora convertida en un ente vivo, dinámico, aglutinador y en el que se reconoce el profesorado, el alumnado y las familias. 
Su labor ha evolucionado hasta situarse en el polo opuesto, como referencia de aprendizaje. Les sirvo un pequeño ejemplo. El programa de gestión de bibliotecas (Abies) nació en Andalucía con mucha modestia, con un joven Steve Jobs jerezano llamado Fernando que desde su casa generó un programa entusiasta y motivador para realizar la labor más bibliotecaria, la de catálogo y préstamo. Esa humilde aplicación se ha convertido en Biblioweb Séneca, un gigante para gestionar las bibliotecas escolares andaluzas. Ha sido su éxito tal que se pondrá en marcha el próximo curso en todas la comunidades españolas. Exportando talento. 
Desde fuera también admiran la red profesional, que trabaja de manera autónoma, pero sobre unos ejes regionales que van desde la Consejería de Educación a los centros y viceversa. Tenemos unas maravillosas bibliotecas en los centros y debemos estar orgullosos de ello. No alcanzamos la perfección, por supuesto, pero hemos caminado lentamente convencidos de que lo realizado se afianzaba. Deberíamos aplaudir el esfuerzo de ese profesorado (¿algún día llegarán bibliotecarios?), que curso tras curso ha creído que la biblioteca puede mejorar el entorno cercano y ha aportado su tiempo y dedicación altruista para fomentar la lectura, los valores cívicos, la solidaridad, respetar la diferencia, ofrecer modelos éticos, desarrollar capacidades de forma no reglada. 
Todo está en los libros, cantaba la cabecera de un programa cultural, ya no se solo letras sobre papel, en las bibliotecas escolares hay ordenadores, robots, pinturas, cojines para leer en el suelo, pero sobre todo hay una enorme ilusión que tan bien las colorea".


"Bibliotecas públicas, sí, por favor," (Ideal, 16-12-23)

Bibliotecas públicas, sí, por favor Manuel Molina Hace unos días leí en un apócrifo que me llegó a través de las redes sociales en el cual se aseveraba que “las bibliotecas no son solo un lugar donde obtener libros gratis. Son uno de los pocos espacios públicos que quedan en nuestra sociedad en los que se permite existir sin la expectativa de gastar dinero”. Toda una verdadera declaración de principios, sobre la defensa de que el conocimiento y las mejoras tecnológicas nunca deben olvidar a los más desfavorecidos. Y además, por supuesto, no todo debe pasar el tamiz del consumismo desaforado en el que vivimos, en el cual parece que todo tenga un precio, con independencia de su valor. Leí la reflexión justo después de adquirir en préstamo dos ejemplares para su lectura y consulta. Llevo realizando esa operación casi cincuenta años, desde que me hiciera con un carné de la biblioteca pública municipal de mi pueblo. Contaba con nueve años y me convertí en voraz lector de tebeos, cómic y libros ilustrados de Julio Verne. Qué maravilla conocer un mundo tan infinito respecto al limitado que ocupábamos. Una lectura llevó a otra y me convirtió con esa querencia en un lector adulto. No me entendería en mi paso por la tierra sin los libros y menos sin la ayuda que prestó para ello una biblioteca que ofrecía maravillosas y originales lecturas sin tener que pagar. Cuando accedo al mostrador desde donde me atienden puedo otear una pecera donde unos pequeños ruedan por el suelo sobre una especie de goma espuma con unos libros en sus manos y un par de madres, que también tumbadas, leen con ellos. Al lado, se prepara algo parecido a un escenario para un cuentacuentos que se llevará a cabo con motivo de la Navidad. Un hombre con apariencia de inmigrante realiza alguna operación a través de un ordenador, con unos cascos de audio que le permiten privacidad. Varias personas adultas leen la prensa y alguno de ellos en un libro electrónico. Todos calentitos. Hago cola tras una familia que viene a devolver unos libros y llevarse otros cuentos infantiles junto a una película en DVD. Mientras llega mi turno, observo al fondo estudiantes que alternan su mirada entre apuntes sobre folios de papel subrayados con variados colores fluorescentes y la pantalla de un ordenador portátil. Los hay como ascéticos, con la mirada en un mundo ajeno y otros nerviosos e inquietos repitiendo como mantras y alzando los ojos y la cabeza en un gesto de repetición para activar la memoria. Desde mi casa tengo la opción de solicitar en préstamo un libro digital y consultar la prensa diaria con una aplicación gratuita llamada ebiblio, que la biblioteca facilita. Debido a mi trabajo de investigación solicito una serie de libros que se encuentran en lugares alejados e incluso fuera del mercado y desde mi biblioteca habitual me los consiguen para poder utilizarlos durante un tiempo. Cuánta suerte de tener un servicio público así. Larga vida.

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